Beatificación de D. Pedro María Sandoica y Granados

El próximo Sábado 9 de Abril se iniciará por el Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo el proceso de Beatificación de Pedro María Sandoica y Granados, mártir de la fe de Villargordo, en la Catedral por Jaén. 

El Obispo D. Ramón del Hoyo presidirá la Misa de acción de gracias y apertura del proceso a las 11 de la mañana. A continuación tendrá lugar la solemne sesión de apertura en la Sacristía de la Catedral.

Biografía de D. Pedro María Sandoica y Granados

D. Pedro María Sandoica y Granados nació en Linares en 1.877. Sus orígenes vienen de una familia acomodada y de fuerte tradición católica porque desde su niñez recibió una educación y gran influencia de la doctrina cristiana. Recibió formación jesuítica en su infancia, obteniendo el título de bachiller a la edad de 15 años en el Instituto de Segunda Enseñanza de Jaén en el año 1892.

Dadas sus dotes en la ayuda al prójimo experimentadas durante su estancia en Jaén, decide ingresar en 1900 en la Universidad de Sevilla, obteniendo el título de Doctor en Medicina y Cirugía a la edad de 30 años. Durante su 10 años de estancia en Sevilla, participa de mano del Rector de la Universidad hispalense, D. Francisco Pages en la vida religiosa de la ciudad y muy intensamente en las hermandades del Silencio y del Gran Poder de la que se inscribe como hermano, participando del apogeo que viven las cofradías sevillanas a principio de siglo. En 1911 se desplaza a Jaén, Linares y Baeza, donde ejerce como médico de cabecera y cirujano, siendo sus pacientes preferidos los de los barrios marginales y humildes de la ciudad. Por las constantes visitas de los vecinos de Villargordo, decide trasladarse a este debido en parte por la gran amistad surgida con sus pacientes llegando a la localidad en 1920. Pronto adquiere una gran popularidad y cariño entre los vecinos de Villargordo y de los cortijos que lo circundan por su afabilidad, buen carácter y bondad. Además conoce en una visita como médico a la que más tarde sería su esposa, la villargordeña Catalina Moral con la que contrae matrimonio en 1925. Un año más tarde es nombrado Hermano Mayor de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, en la que vuelca toda su experiencia cofrade adquirida durante sus estudios, realizando toda una innovación en cuanto a cultos, procesiones y lista de cofrades.

El Doctor Sandoica alterna sus visitas médicas junto a sus labores agrícolas en el cortijo " El Torrejón", donde disfruta de la naturaleza y los momentos de oración. Fue el principal impulsor de la creación de la banda de música, la centuria de soldados romanos y sobre todo del Apostolado de la Oración del que gustaba montar espectaculares altares de culto para adorar al Santísimo Sacramento. Es de destacar la intensa labor cristiana durante la II República, donde a pesar de las amenaza continúa dirigiendo su labor apostólica en la Parroquia de la Asunción, llegando a presidir la procesión de la madrugada de 1936, sin ningún temor. A pesar de ser avisado por sus propios pacientes en la madrugada del 18 de Julio se negó a abandonar el pueblo, siendo detenido el 19 de julio en la plaza de la Iglesia y encarcelado junto con otros vecinos en la ermita del Cristo de la Salud. En la madrugada del día 25 de Julio es conducido en una camioneta hacía la carretera N-323, en el lugar denominado "Cuesta de la Plancha", término municipal de Mengíbar, (actualmente en el lugar existe un monolito en recuerdo, junto a una cañada), donde gritando a viva voz exclama "Viva Nuestro Padre Jesús" "Viva Cristo Rey", siendo estas sus últimas palabras antes de ser fusilado. Sus restos fueron regados con cal viva y enterrados allí mismo en una fosa común, donde meses más tarde son reconocidos por sus sobrinos, ateniéndose a sus objetos personales, siendo trasladados sus restos al cementerio de San Eufrasio de Jaén y después a los pies de Nuestro Padre Jesús en la Iglesia de La Asunción de Nuestra Señora, donde actualmente reposan. Hay que destacar las constantes accionas caritativas del Doctor Sandoica, sobre todo entre sus pacientes más pobres a los que siempre se negó a cobrar, coincidiendo muchos testimonios en lo inexplicable de bastantes curaciones. Entregó su vida al servicio de los demás, en proclamar constantemente su fe y en purificar y dignificar las manifestaciones religiosas populares, viviendo durante su acción un constante apogeo parroquial y popular.

Por estas acciones (amor al prójimo, profesar su fe y dignificar a los hermanos) murió este gran hombre, al que, todo Villargordo, actualmente reconoce. 

 

 

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